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lunes, 12 de diciembre de 2011

BASTA DE VIOLENCIA DOMESTICA

OTRO CASO MAS Y VAN...

09:05 : Una mujer de 40 años fue asesinada a golpes en su casa de la ciudad bonaerense de 9 de Julio, y por el crimen fue demorado su marido, quién será indagado en las próximas horas, informaron fuentes policiales a Online-911.

La víctima fue identificada como Sandra Villalba, quien trabajaba como barrendera en la Municipalidad de 9 de Julio.

Fuentes policiales informaron que el hecho, que se conoció hoy, ocurrió el sábado pasado en una casa de la calle Azcuénaga al 800. El cuerpo de la mujer fue encontrado por su hijo, quien automáticamente acusó a su padre, identificado como Héctor Gamela.

Según los primeros estudios periciales, Villalba fue asesinada a raíz de los fuertes golpes que sufrió en la cabeza.

De acuerdo con la versión policial, la mujer fue atacada con un elemento contundente.

La policía, que instruyó actuaciones por "homicidio", dio intervención al fiscal Pedro Illanes, titular de la UFI 3 de Mercedes, quien en las próximas horas indagará a Gamela, quién está alojado en la comisaría de Dudignac.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Violencia de género, violencia estructural




¿Qué coeducación? ¿La de entregarles un tríptico y darles charlas donde informarles que insultar a los homosexuales y pegar a las mujeres es una cosa muy fea?
Desde Helena de Troya a Eva la del Paraíso, desde el divertido politeísmo hasta el atosigante monoteísmo, el relato mítico siempre la describe cagándola en el momento más inoportuno. Pobre Paris y pobre Adán. Por aquella, miles de griegos y troyanos perdieron sus vidas; por ésta, todos venimos a este mundo en pecado, el «original», un pecado mortal que condena a los no bautizados en la fe cristiana al fuego eterno.

¿Quién, si no, en la huida de los malos, siempre, hállese en verde pradera o árido pedregal, indefectiblemente se tuerce el tobillo? La mujer, ese ser tonto y torpe de nacimiento. La Mujer, en singular, construida por el discurso patriarcal del que fue creado por Dios a su imagen y semejanza. Es decir, con falo. Por cierto... ¿Qué hará Dios con su polla?

El imaginario masculino no ha sufrido grandes transformaciones. Pese al cambio formal de algunas leyes -conquista de la lucha feminista-, en el ámbito de lo real los usos y costumbres están marcados a fuego por el proceso de aprendizaje de nuestros roles de género. Nosotros no lloramos y ellas, las que visten de rosa, han de dejarse salvar aunque al principio no quieran y, para ello, sea necesario forzarlas.

Si en el siglo XIX el paradigma burgués femenino, como relata la literatura de la época, podía resumirse en ser dama en el salón, reina en la cocina y puta en la cama, ámbitos privados donde las mujeres de la clase dominante estaban presentes, en el XX, con nuevos medios de comunicación como el cine y la televisión, un abanico de posibilidades, en apariencia mayor, se abren para las que soportan medio cielo: damisela en apuros, femme fatale, puta redimida, mater amantísima, neumática pornostar con múltiples orificios a rellenar, anoréxica modelo o ingenua chica sexy deseosa de chico un poquito malo. Vive como quieras, pero en función del deseo de Él.

Nuestras autoridades parecen asombradas por el número de asesinadas por sus novios, maridos o ex maridos. La violencia de género persiste entre adolescentes que han crecido con la coeducación, nos dicen. ¿Qué coeducación? ¿La de entregarles un tríptico y darles charlas donde informarles que insultar a los negros, escupir a los homosexuales y pegar a las mujeres es una cosa muy fea? Mientras por televisión anuncian un muñeco que hace cacas y mocos para delicia de una sonriente niña y se identifican con los participantes de «Mujeres y Hombres y Viceversa» o cualesquiera de los llamados realitys, donde una serie de idiotas morales son introducidos en una casa, isla, corral o lo que sea para demostrar el extremo de decadencia y sexismo al que puede llegar un ser humano.

Vuelven los cómodos tacones de 15 centímetros que te hacen más esbelta para los hombres. Si el maquillaje es fundamental para acudir al instituto, si las tetas, aun de silicona, son imprescindibles para lograr el Paraíso, si la cosificación de la mujer resulta necesaria para lograr la visibilidad ante el varón y lo importante, desde Dios hasta el fútbol, es cosa de hombres, pueden ustedes condenar cada crimen o agresión las veces que quieran.

grupo la tortuga

domingo, 4 de diciembre de 2011

Matan a una, matan a todas





Este domingo el diario El Tribuno advirtió sobre el incremento de femicidios en todo el país. Incluso se recordó que, en los últimos 10 meses del año, 233 mujeres fueron asesinadas. A estos crímenes todavía hay que sumarles los asesinatos de sus hijos o familiares cercanos. Ayer la estadística de que cada 31 horas se asesina a una mujer en el país tuvo un salto escalofriante. En La Plata descubrieron los cuerpos de cuatro mujeres asesinadas en su casa a cuchilladas. Una ellas es una niña de 11 años, además se encontró a su abuela de 63, su madre de 30 y una amiga de ésta, también de 30 años”.


(APe).- Asesinar por “ser”. Ser negro, comunista, gitano, judío, musulmán, cristiano, ateo, lindo, feo, barra mansa, joven, viejo. Pensar al genocidio como crimen de lesa humanidad implica que es la propia condición humana, la humanidad fundante, la que es avasallada cuando este crimen se ejecuta. La cuestión no circula porque se lo hace, aquello que necesita el discurso justificatorio de todo “cruel que arranca el corazón con que vivo”. Los victimarios de la historia siempre han tenido diferentes versiones del “por algo será”, del “algo habrá hecho”. El hacer del otro justifica mi propio hacer castigador, torturador, extirpador. El victimario siempre dice actuar en defensa de valores abstractos, para los cuales es necesario eliminar antivalores materiales. Para sostener “ideales”, se masacran personas. Por lo tanto, toda lucha deviene cruzada, incluso con los aditamentos de purificadora, salvadora, beatífica. El genocidio es la puesta en acto de una certeza delirante donde el Poder y la Verdad se fusionan. No todo “ser” merece la oportunidad de existir. Algunas existencias deben ser erradicadas, justamente para impedir que un ser malignizado ose anidar en ellas. Hay un “ser” nacional que debe ser custodiado, protegido, defendido. Pero no todos son portadores sanos de ese “ser”. Por eso los custodios del santo grial de las existencias dignas velan con la espada para que “dejen de ser”. Toda la tradición reaccionaria de Occidente y gran parte de Oriente considera a la existencia de la mujer como portadora de un ser que sólo encuentra su dignidad cuando acepta, o sea, se somete, a engendrar otro ser. Mandato divino que arrasa con el propio deseo de la mujer, porque no se trata de su existencia concreta sino de la misión de su “ser”, en la cual ella nada tiene para decir. La paradoja que para la cultura represora deviene siniestra es que para que el “ser” engendre otro “ser”, tiene que encarnarse en una existencia sexuada. Y que debe someterse a los mandatos que habilitan una sexuación que pueda concebir sin pecado. Es decir, legitimada por un sacramento. La propiedad privada de la mujer es sostenida por un varón que representa y restituye un Orden Patriarcal. Jerárquico, naturalizado, represor. Ese orden patriarcal habilita el “ser para la reproducción” pero mutila el “ser para el placer”. Expropiada la mujer de su placer, incapacitada por siglos de sometimiento a enfrentar en su nivel fundante al Orden que le formatea la existencia, queda enajenada en el único rol y función que respetabiliza su ser: ser madre. Los otros destinos a los cuales pudiera orientar su existencia, son tabúes que castigan el mínimo intento de ignorarlos. Henrik Ibsen, el genial dramaturgo, lo expuso con belleza y contundencia en “Casa de Muñecas”. La frustración sistemática y planificada en la mujer genera una frustración análoga en el varón. Pero los destinos de ambas frustraciones se separan: mientras en la mujer la frustración sostiene la sexualidad reprimida, en el varón es uno de los cimientos de la sexualidad represora. “Nunca lo hubiéramos sospechado”, como escribió Freud al referirse al inconciente represor. La sexualidad represora (pornografía, prostitución, pedofilia, denigración erótica, etc) es sostenida desde los paradigmas de una sexualidad reprimida. No es casual que el significante “puta” designa tanto a la mujer que comercializa su sexo como a la que reinvindica su potencialidad deseante por fuera del corralito matrimonial. La miseria sexual de las masas se sostiene tanto desde la sexualidad reprimida como de la represora. El Orden Patriarcal no solamente formatea la existencia de la mujer, sino que ordena al varón que debe someter a las mujeres. Que deberá conquistarlas para que frente a la cofradía de varones, pueda exhibir una virilidad pura y contundente. Una falla real o simbólica en esta propiedad privada, es castigada con la cruel injuria a la autoestima del varón. La sexualidad reprimida sostiene el mandato de la necesaria fusión entre amor y sexualidad. La sexualidad represora sostiene el mandato de la necesaria escisión entre amor y sexualidad. Ambos mandatos, en su aparente contradicción, sostienen la abolición del deseo, como la ley que aprobó el parlamento europeo en los dichos de Joaquín Sabina. Todo este mecanismo cultural que intenta organizar el devenir sexual de las masas, es capturado por la mercantilización y comercialización de los cuerpos. Como se verifica en toda mercancía, es la demanda la que genera la oferta, y no al revés. Nadie compraría un esclavo, si nadie ofreciera esclavos para comprar. Lo que sucede es que intervenir en la demanda, asegura que la rentabilidad de la oferta seguirá intocable, porque la justicia no es neutral. Como todos saben, los perejiles de turno son los que serán exhibidos como el producto de las campañas anti lo que sea, cuando las diferentes industrias y mercados ilegales siguen generando ganancias exorbitantes. Cualquier ley que se haga, habrá mas trampas que leyes. La única forma de armonizar la sexualidad de todos los géneros, es sosteniendo sin titubear la profecía del amor libre, libre en su dimensión de sexualidad placentera. Pero la posmodernidad ha construido al falso profeta del placer individual y permanente. La violencia y la crueldad, en sus formas larvadas o manifiestas, son producto de la frustración crónica y ascendente de amores y placeres aplastados. El extravío moral y mental de psicópatas y perversos, no alcanza a explicar ni un caso sobre cien de violencia sobre la mujer. El femicidio responde a matrices culturales represoras, tanto de la mujer como del varón. El Orden Patriarcal habilita que el varón humillado, domado, castigado, pretenda lavar su honor viril mancillado asediando, agrediendo y vulnerando a la mujer que no supo amar o cuidar. La sexualidad reprimida potencia la sexualidad represora. El varón paga por tener su placer, pero no tiene placer por pagar. Paga porque es mas cómodo acoplarse a un orden injusto, que pretender subvertirlo. La mujer prostituída, como estrategia de supervivencia, acepta ese pago que le permite sostener su existencia y otras existencias, ya que la cultura oficial ha dicho ausente con o sin aviso, hace años. La bomba de tiempo está preparada, y explota cada vez que se la pisa. Por eso no se trata en forma principal, aunque no deja de ser necesario consignar, de cuantas mujeres son asesinadas. Una sola que lo sea por su “ser mujer” es suficiente para sostener el concepto de “femicidio”. Para mí esto es importante, porque nos conduce inevitablemente a sostener que “matan a una, matan a todas”.
Alfredo Grande

esto es un problema mundial donde las mafias actuan juntas